Lápiz, tinta.
El encaje de las cortinas vela celosamente el portal al dulce Edén, fruto maduro de la libertad. Escaparate de la realidad, camaleónico en segundos, variopinto e insustancial. Fachada de chapa y pintura. Maquillaje en las heridas y en el corazón. Y en el relicario de su escote la llave hacia su verdadera belleza. Suspiros se deslizan y flotan como pompas de jabón hacia el escarpado y abrupto abismo de sus deseos, carbonizados en el fuego de su impaciencia y consumidos en la desesperación. Su cara demacrada, deconstruída, fragmentada, mitad caricatura mitad máscara. Expresión deformada, entrada de presentación a una existencia igual de monstruosa, asimétrica, desintegrada y oscura. Escalpelos de papel. Reflejos fingidos.
Ecos sobre el mantel. Cortafríos cincelados a pincel. Así son nuestros recorridos. Vacíos en el somier. El paraje acunado por la niebla, despierta, desperezándose, vistiéndose de acuarela. Caprichosas, las olas acunan un cascarón en la quietud de la mar nocturna. Velero errante que navega la inmensidad de las tinieblas, velero que vela a su celestial dama de plata y seda. ¡Cuán tortura ha de ser el amor anclado en este terrenal tapiz salado! Eterna aspiración de alzar el vuelo y poder, así, surcar el mar del cielo. E inmerso en estos pensamientos, pasa la noche en vela, nuestro navío enamorado.
En las noches insomnes donde me convertías en la guardiana de tus ojos, la pupila de tus besos, la víctima de tus caricias. Me encapriché con viajar a la constelación de tus lunares. Te dibujé mi nombre en nuestras madrugadas, en los reflejos del silencio. Jugar a ser dos, a pincelarme sonrisas sólo con verte. Mi tiempo eres tú, no hay planes más allá, tú eres mi cita a corto y largo plazo. Mi asignatura pendiente. Curioso concepto el del tiempo, que contigo se convierte del material del que están hechos los sueños. No me importa ya sentir perderme en ti, en mí, en nosotros, en lo nuestro, en el universo privado que hemos creado. Sumergirme en la complicidad de tu mirada, cuando tus ojitos brillan frente a mí... Para qué controlar lo incontrolable, ponerle límites a lo infinito. Me dejo arrastrar irremediablemente al compás de tus besos.
Un magnetismo que me atrae perdidamente a ti ¿Para qué luchar contra lo inevitable? Tú y yo somos una edición limitada. Los demás están hechos en serie. A la soledad no le gusta madrugar y contigo me escaparía al crepúsculo de cada día. Puede que no seas suficiente para salvar al mundo, a la humanidad, pero lo eres para salvarme a mí. No es lo mismo ya ni el mundo, ni los planetas ni el universo desde entonces. Una belleza que no se palpa, la pura perfección de un momento congelado, la simpleza del momento en el que comprendía el sentido de mi existencia, es ése, es el momento en el que nuestras miradas se cruzaron. Haces sencillo lo difícil, simple lo complejo. Una chispa eléctrica capaz de provocar terremotos, tirar muros, tan sólidos como son los prejuicios. Y volver mi cabeza, mi rutina y mi propia persona patas arriba. Corazón acorazado hasta que llegaste tú. Cerrajero con la llave maestra de todas mis cerraduras. De todas mis cadenas y candados. Encadenados. A los que no soñamos sólo con los ojos cerrados nos llaman soñadores. En pura poesía es en lo que conviertes cada segundo. Créetelo. Sigue ganándote ser merecedor de estas líneas. Y por favor... por favor, no dejes de apasionarte, de ilusionarte. T. Los transeúntes ajenos, pasan, continúan sobreviven, se fusionan con el asfalto, con la urbe. Son el gris de cada día, el veneno, el asesino de la creatividad, la imaginación, de los sueños...
La densidad del mar en tierra.
La densidad de tus ojos me sumerge en lo profundo de tu mirada. Las noches insomnes. Las noches insomnes donde me convertías en la guardiana de tus ojos, la pupila de tus besos, la víctima de tus caricias. Me encapriché con viajar a la orilla de la constelación de tus lunares. Una despedida más como otras veces. Me dispongo a alejarme tras haberte dado los dos besos de rigor que saboreo frustrada y conformista.
Pero esta vez no es como las demás. Mi voluntad flaquea por momentos, vulnerable a tu encanto y magnetismo. Me acerco. Poco a poco. Un fuerza invisible me mueve cual títere a su merced. Vacilo a escasos centímetros de tu boca. Te miro cómplice esperando algo que no sé muy bien lo que es. La inquietud oprime mi pecho y hace tambalear mi convicción. Me miras contrariado, confuso, sorprendido. Con un gesto imperceptible y fugaz me das a entender que no es el momento. Me muerdo la lágrimas y la impotencia y te doy la espalda, dejándote atrás, entre las sombras, cabizbajo. En un último vistazo, no logro ver tus ojos, ocultos en la penumbra. Pongo pasos de por medio. Camino arrastrando los pies como si de losas se tratasen. Me pesa el alma. Súbitamente algo aferra mi muñeca, dulcemente pero con firmeza, interrumpiendo mi marcha. Me quedé ahí, helada, incapaz de girarme y encontrarme con tus ojos. Te acercas con lentitud, mientras tu mano se desliza sutilmente desde mi muñeca para entrelazarse con mis dedos. Cerré los ojos. Pegado a mi espalda retiras mi pelo con una dulzura infinita. Al roce de tus dedos me estremezco. A mi oído y susurrando me dices: -Espera. Te sentí temblar como un niño. Tus labios toman rumbo a mi cuello erizando mi piel a su paso. Y nos dejamos llevar irremediablemente, en las sombras, ocultos, entregándonos al delirio y la pasión. Esperar. Consentir. Otorgar. Callar. Soportar. Ocultar. Disfrazar. Justificar.
Perdonar. Y de nuevo... Esperar. Verbos que ilustran toda su historia de amor. Un amor llevado en silencio, escondido, prohibido, inconfesable, delito. Dividido y compartido. Turbada. Perturbada. Desquiciada. Loca. Calificativos para la princesa de este cuento roto. Sin cordura de tanto querer. |
BlueSyrupPara saber más de ésta, su autora, pincha en la página de arriba ;) Variedad de siropes
Diciembre 2017
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