Melancholia es ese bicho extraño que somos cualquiera de nosotros.
Melancholia se concibió apelando a los contrastes, a lo radical, lo extravagante, el delirio y la provocación.
Von Trier recurre a su mejor baza, la poesía visual. Melancholia es una alegoría onírica iconoclasta en el escenario de una catástrofe cósmica de proporciones incalculables.
Una manzana envenenada de aspecto delicioso pero llena de ponzoña. La instantánea de un acontecimiento mundano rodeado de un orden de sucesos superior.
Retratos de parajes de ensueño, figuras desnudas, decadencia psicológica y desequilibrios mentales recurrentes.
Un drama épico de raíces en una trascendentalidad vital inconmensurable.
Recurre a las perturbaciones de la personalidad envueltas en un halo de frivolidad narcisista como reflejo de la autodestrucción de uno mismo y de nuestro entorno en primer lugar, para pasar a la destrucción de nuestro mundo en la cúspide de la trama.
Te sorprenderá encontrar a una brillante y magistral Kirsten Dunst, que retoma el cariz de "Vírgenes suicidas", mucho más alternativo que en sus últimos trabajos, más vacíos y comerciales.
Melancholia golpea, sacude, abofetea, zarandea, ahoga, oprime, asfixia, no deja indiferente. Puede resultar rocambolesca, de difícil conjunción entre una historia tan común y un cierre de ciencia ficción tan tremendista. Conceptos dispares extraños de conciliar.
En definitiva, un cuento cruel, efectivo, inteligente, intimista, desintegrador de preceptos morales.